“Has de saber, amigo Sancho, que la Libertad es uno de los más preciosos dones
que a los hombres dieron una vez los Cielos;
con ella no alcanzan a igualarse todos los tesoros que encierra la tierra y el mar encubre:
con ella no alcanzan a igualarse todos los tesoros que encierra la tierra y el mar encubre:
por la Libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
Por contra, el mayor mal que cabe acontecerle al hombre, Sancho, es su cautiverio.”
(Miguel de Cervantes, El ingenioso caballero DQDLM, LVIII)
¿Cómo podría un humilde psicólogo mortal como yo sanar el Alma herida del Mundo? Curar de manera definitiva a ese gran Alma enferma bajo la que irremediablemente enferman también nuestras pequeñas almas cautivas, vejadas y fratricidas, antes de poder -recuperadas ya sus fuerzas y de este modo así reunidas- también a ella misma libertarla: ingente propósito. Más con la ayuda de Dios y Su inspiración sobre la palabra y obra de mis nobles maestros, voy a atreverme a intentarlo.
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