lunes, 14 de octubre de 2013

Ultimo post

“Silencio.
Escucha.
Recuerda (pon en el corazón).
Practica (vive consciente).
Enseña (sirve).”
(Salomón ben Gabirol, sutilmente comentado)




Hasta que el intenso frío paraliza la magia de su aroma, el paseo otoñal nos trae el dulzor íntimo y sedoso de la miel entre la hojarasca entregada ya a ser humus. A lo largo de una breve vida, hemos de buscar realizar nuestro verdadero potencial, por lo que es necesario honrar siempre el espíritu de la búsqueda, consustancial a nuestra naturaleza humana. Buscando lograr engrandecerse, nuestros egos comienzan rastreando primero la gloria, conquistar algo que les supera y, así, crecerse en la gesta. Conforme progresa nuestra aventura vital e intuimos la proximidad de la muerte y la inexorable caducidad de nuestra búsqueda, lo grande es entonces sustituido por un anhelo de lo eterno, toda vez que aceptamos en nuestro ser la transformación de crecer, de florecer y dar fértil fruto.

Siempre fui consciente de que algún post (éste) habría de ser el final y me preguntaba qué sería lo último que se me concediera publicar en Internet. Pues bien, ese momento ha llegado y éste será el último post que comparta con vosotros. Quiero dar la gracias a las amables personas y amigas que decidieron aparecer como "miembros" de este ejercicio de narcisismo, alguna de las cuales tuvo la suerte de compartir espacio-tiempo en 3D, e incluso algún que otro té o café, conmigo. Gracias a cuant@s quisisteis brindarme la estrella de vuestra animosa lealtad.

También quiero dar las gracias a quienes, quizá por un azar, recabaron en alguna de las reflexiones y, como su propio nombre indica, vieron reflejado quizá algo de sí mismos, de sí mismas, que les fuera de alguna verdadera utilidad. Ninguna de estas gratitudes hubiera sido, empero, posible sin el necesario concurso del Leviatán digital, que aún las albergará en su abismal vientre de ceros y unos ¿quién sabe hasta cuando? y al que también, nobleza obliga, quiero demostrar todo mi agradecimiento por dejarse dócilmente indigestar. Ahora sólo resta entregarse a la pereza y al olvido del mundo, mientras transcurren amables mis horas, mil y una noches de historias viejas y mañanas de cristal.





Quedan mis oscuros y farragosos escritos, mis provisionales casi-verdades, mis irreparables mentiras, mi inagotable vanidad. Quedan, sobre todo, mis lecturas, los autores y autoras que me inspiraron y que harán lo mismo con cada uno de vosotr@s en la medida que tengáis a bien acercaros a su obra gráfica o escrita. Queda la experiencia, los besos dados, tantos encuentros y desencuentros y aquellos amores a los que quiso dar efímera forma el Amor. Queda mi música favorita: el silencio. Silencio que, rumbo al corazón, abre su alma a cada nota, sin distinción, como quise un día también saber hacer, tal vez sin demasiado éxito.

Si quieres seguir mis pasos, trata de evitar todos mis errores; dejé extenso testimonio de ellos. No esperes a conocer, para iniciar el sendero. Será recorrer sus pormenores y tropiezos lo que te enseñe qué es conocer. Es hora de “pasar los trastos” o quizá “dejarlos junto al camino” por si algún paseante distraído arribara a este punto perdido en la red por azar y nuestro hatillo de palabras llamara su voluble atención y, tal vez, siguiendo su frágil corazonada, aprovechara la oportunidad que le brindara, tan inquietante como siempre, la juguetona fortuna y, quién sabe, eligiendo, las tornara propio asunto. Mis verdaderos maestros me enseñaron el arte de ocultar la verdad tras las palabras, a salvo de la cobardía escapista o la insaciable avaricia de los que duermen. 

La puerta polar sólo se abre a quienes buscaron construir en vida un nuevo mundo para los niños, la tierra nueva prometida, aunque a ellos les estuviera vedado ocuparla, moviendo certeros los hilos que tejen la suerte del Reino tras ancestrales y secretas bambalinas. He disfrutado un montón, cosa que pienso seguir haciendo, incluso hasta después del último aliento… ya sin palabras, fénix de enamorado polvo, y enamoradas cenizas, que vio así todos sus sueños, incluso el de este "Último post", dulcemente cumplidos. Mil y una mágicas noches de interminables cuentos, auroras de cristal. Bastaba con despertar.



14 de octubre de 2013
Abraham González Lara
(Aprendiz de "psicólogo")

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