"Gran parte de las ideas difundidas que hoy asumimos como
ciertas, parten de premisas
equivocadas, ingenuas y crean lugares comunes infundados para proyectar así
su propia agenda a los hechos, reducen
la complejidad de la historia humana a interesadas narrativas unidimensionales.
Así, la agricultura y las ciudades no produjeron siempre jerarquía y dominación
y que nuestros ancestros, sesgadamente caricaturizados como primitivos, bárbaros y
políticamente ingenuos. Estos fueron mucho más sofisticados, justos y
penetrantes en sus organizaciones sociales de lo que creemos. En realidad no existe una clara oposición entre la
civilización y el sacrificio de libertades individuales: la civilización no
requiere necesariamente la domesticación (represión) de los instintos. Una mayor
calidad de vida (las cuotas de igualdad, justicia y libertad posible), no se
mide en la acumulación de riqueza por parte de unos cuantos. Muy al contrario, cabe
reimaginar la civilización humana a
partir de un pasado mucho más interesante, complejo y glorioso de lo que
se nos ha enseñado en la historia oficial y ¿por qué no? proyectarla de igual
modo en el futuro. Quizá la verdad última, oculta, es que el mundo es
algo que hacemos y que con la misma facilidad podría hacerse de otra forma."
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