"Habitualmente
hemos sido bien entrenados a responder con sociales máscaras sociales, a
conveniencia de la situación que consideremos más interesante o favorable a
nuestros íntimos propósitos (confesables o no). La simulación pretende mostrar en público algo distinto a lo real, en
tanto el disimulo oculta con
habilidad aquello que no se desea mostrar. Por habitual y extendido que sea, no
deja de constituir uno de los males humanos centrales, dado que promueve
injusticias como la guerra y la desigualdad, proyectándolas o considerándolas un mal necesario o benéfico para
el convivir. Hubo un tiempo donde la humanidad creyó ser leal, toda vez topase
con ella, a una suerte de amistad auténtica…"
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