"Tras varias horas de contemplación en silencie frente a su tumba, sale de la iglesia de Santa Margarita cuando ya ha anochecido y Florencia es una ciudad de sombras. Por fin, decide caminar hasta cruzar al otro lado del Arno y visitar la casa de la única persona con la que puede compartir abiertamente sus penas y entender su desazón, su querido amigo, el poeta Guido Cavalcanti, unos años mayor que él y con más experiencia en las cosas del mundo. Frente a una jarra de aguardiente de moras, Dante se siente más reconfortado:
- Maestro Guido, ¿y ahora qué puedo hacer?- Escribe, Dante. Escribe."
No hay comentarios:
Publicar un comentario