"Desde la vocacional militancia en la belleza, hemos de cuestionar siempre lo establecido que se
esconde tras el clima artificial de primavera y cartón fósil de la impostura. ¿Es necesaria una nueva revolución, de qué tipo, no bastaría quizá con crear una
nueva religión o diseñar una nueva vanguardia? Marx
decía que cualquier revolución se manifiesta la primera vez como tragedia y la
segunda como farsa. Utilizó dos categorías estéticas para referirse a un
fenómeno de naturaleza política, abordando el mito de la revolución como si
fuese una obra de arte, el que sucede en un lugar incierto entre la historia y
la fantasía y tiene que ver con la belleza y el amor, con el miedo y la
esperanza. El postureo nos aplasta y aplaza
cualquier posibilidad verdadera de cambio y la necesaria transvolución…"
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