martes, 16 de febrero de 2021

Vivir, hasta morir...

 


La nueva normalidad, instaurada como respuesta a la pandemia, priva nuestra existencia del sentido, convirtiéndola en una vida extraña que se prolonga y que no nos permite ni vivir en paz ni morir rápidamente. La protección budista ante el dolor y el sufrimiento paradójicamente nos mortifica, nos termina excluyendo de la propia vida. No importa cuánto tiempo vivas, al final morirás: y hasta que finalmente mueras, tienes que vivir. Nuestra vida es una decisión, una obligación activa. En el permanente balanceo entre depresión y animación del mundo confinado, habremos de vivir atentamente, esto es, con la máxima intensidad. Quizá la única receta de resistir la pandemia es continuar viviendo como siempre.


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