Los ideales,
ritos y costumbres inspirados por el delirante espíritu épico han hecho de los
europeos unos buscadores constantes, tenaces, de la libertad como único ámbito
de acción. Esta intrépida identidad que toma la levedad en serio, la proyecta
hacia la construcción de la sociedad, la utiliza para asentar la voluntad de
poder sobre las ansias humanas.
Muy
pocos han evaluado la eficacia transformadora que poseen los arquetipos
liberadores del sabio errante, el ideal de caballero y dama de “almas bellas”,
trascendiendo la trampa de la eternidad circular. Experimenta la oscuridad
laberíntica, la duda que forja cada existencia en esencia, incluso el valor del
extrañamiento personal como la mejor manera de aventurarse al misterio de la
verdadera vida.
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