"Aceptar el
hecho de perderse y acabar en una senda inesperada y desconocida es una buena
manera para renovarse. Mientras sigamos itinerarios señalizados, no tendremos
forma de saber qué pasaría si buscásemos el camino leyendo solo la naturaleza,
interpretando las formas del terreno como se nos presentan, observando los
movimientos de los astros, descifrando las redes fluviales o navegando por la
niebla según la dirección del viento. ¿Cómo podemos recuperar las
habilidades naturales de orientación de nuestros antepasados y reflexionar sobre
la dimensión espiritual que nace de esa extraordinaria y olvidada experiencia?
Cabe quizá proferir un valiente alegato contra el devastador modus vivendi anclado en el exceso tecnológico y en la hipervelocidad del siglo XXI; una lúcida reivindicación de la realidad que está fuera de los mapas."