"Programados y condicionados por la arcóntica entelequia a
percibir la realidad en términos de productividad, rendimiento y rentabilidad, interpretamos
la pereza y la lacra de la inactividad como un déficit a solventar, tomando así cartas activas en el espinoso asunto y lograr auto-explotarnos con sagaz criterio. Hemos
olvidado que la improductividad constituye su propia lógica, lenguaje y
temporalidad, configura su propia arquitectura, esplendor y operativa magia. Integra
una sustanciosa forma de intensidad gozosamente humana, plena de vitalidad, inesperados
e inefables matices de contemplación…"
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