"La experiencia poética es capaz de subvertir la realidad por un instante, a través de desvergonzados mecanismos varios. Pone
en entredicho esa bifurcación del cuerpo y los hechos que cree atestiguar, un
erotismo delirante y las regiones inertes del universo impersonal. Duda del
libre albedrío y prescripciones que nadie puedo haber decidido, diseñado o
imaginado. La poesía no es un manifiesto sobre incontables conexiones y
desconexiones. Reconoce o inventa el alma que entrelaza placer y dolor al
unísono, de un público que se come entre sí y a sí mismo, por lo que es
comprensible que exista la tentación de cancelar o fundar tal o cual poema.
Hace posibles descontrol y mesura, al aligerar nuestras cotidianas cargas en un
artificio tan real como invisible de orgásmicos fuegos artificiales y húmedas salvas
eróticas..."
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