"Aunque fuera puesto en duda por Baruch Spinoza, no resulta descabellado
pensar en la existencia de un legendario líder tribal pudo haber existido a finales de la Edad del Bronce, que pudiera ser rescatado del Nilo, en su frágil cesta de juncos impermeabilizada en brea y arcilla, por la curiosidad de Bitia, la hija del rey de Kemi. Al cumplir 21 años, fue expatriado por el asesinato de un capataz y, vagando sediento por la tierra de Madián, Moisés se detuvo en un paraje frente a un pozo y allí protegió a siete pastoras de una banda de otros pastores malintencionados.
Jetro, sacerdote y padre de las pastoras, le adoptó como hijo suyo, asignándole la tarea de supervisor y responsable principal de los rebaños. Allí, contrajo matrimonio con Séfora, que le dio dos hijos: Gerson y Eliezer. En cierta ocasión, llevó al rebaño al monte Horeb y, se sorprendió por el llamativo aspecto de una espinosa acacia florida (Acacia tórtilis), que parecía arder sin consumirse. Probó la dulce y pegajosa crema de sus enroscadas vainas, apuró sediento su odre de vino especiado y tuvo así su primera experiencia entegógena.
Cada momento es especial para quien ve y lo reconoce como
tal…"
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