"Apenas jugaban a enredar entre bambalinas, modosas becarias convertidas en divas
insoportables, apenas un polvo de hotel de dos estrellas y tan agraviadamente
torpes, que había que sacarlas de los líos en los que se metían por su audaz
ignorancia. Otras, en cambio, infinitamente más valientes o más capaces no se
rindieron. Gracias a ellas descubrí que había mejores y más honestas formas de
contar el mundo y sus avatares; pero con la honestidad y la mirada crítica que
da el hacerlo desde otro lugar en el que no te esperaban. Una visión desde el lado humano, compasivo,
con el que adornar el horror. Qué gran error es pensar que hablar y escribir
sobre la retaguardia, o sobre el sufrimiento, la vida en la posguerra, la
violencia sexual, las torturas y el exilio, la justicia y la reparación, sea un
tibio complemento…"
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