"Junto con el Nombre, el corazón, el alma, la sombra y el espíritu, para la
tradición del limo negro la vitalidad era un componente esencial e inmortal de
lo humano. Entendían así que era creada por Jnum en su torno de alfarero para
ser depositado en el vientre materno en el momento de la concepción. Confería la inmortalidad a cada persona e incluso podría transformarla en un dios, necher, si lo hubiera merecido por sus excepcionales buenas acciones durante su periplo terrenal. En el inframundo, donde se celebraba el juicio de Osiris, el espíritu de la persona difunta debía deambular, sorteando malignos seres y otros peligros, y pasar por una serie de accesos en diferentes etapas del viaje, hasta alcanzar la luz oriental del Día en las inescrutables profundidades del Océano Primordial. Los espíritus occidentales en cambio, aún por purificar, permanecían en las inmensas masas de agua de la constelación de Orión, haciendo ingratos méritos..."
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