"Si aceptamos la premisa de que la
existencia humana puede entenderse bajo la idea de una obra de arte –esto es,
una obra resultado del entusiasmo por la vida y del efecto de la
creatividad, una obra que surja de la puesta en
marcha de nuestros talentos, una obra que sea
la respuesta inesperada a las preguntas que
nos hacemos y las búsquedas que nos
inquietan–, ¿por qué entonces preferir vivir en la locura y el malestar? ¿Por
qué no adoptar mejor esa restauración que
permita hacer surgir el brillo y la luminosidad
que son propios de la existencia?"
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