Ante el
canalla envalentonado, la gente decente sobrevive perpleja, porque no quieren
ser comidos pero tampoco tener que verse así obligados a comerse a otros, tal y como siempre se hizo. Por otro lado, si tu modo de
subsistencia es precario, deberás estar necesariamente asustado, que solo el miedo mantiene la hegemonía del
poder económico, coartando así las posibilidades de insurgencia que ofrece un autónomo libre albedrío.
Estamos en
un momento crucial, de crisis civilizatoria, en el que tendremos que volver a
replantear el mundo del trabajo, repensar el decrecimiento y enfrentarnos a una
partitocracia que sólo defiende sus intereses particulares.
¿Quién se hará cargo entonces de los tuyos?
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