"Los colaboracionistas del Holocausto eran personajes que primaron la identificación con el Reich antes que la empatía con otros seres humanos. Que compraron el discurso de que los que no estaban con el Reich eran perros, malos alemanes, gentes que prefirieron la tranquilidad que otorgaba coincidir en sus ideas con el Führer. Que dieron primacía a su bienestar, a la calma de formar parte del rebaño, antes que arriesgarse a ayudar a sus vecinos o a los que no pensaban como ellos. Catorce millones de alemanes no votaron en 1933 por los campos de concentración, pero cuando se encendieron los hornos y empezaron a perseguir a sus vecinos, muchos de ellos se convirtieron en chivatos, confidentes, colaboradores, gentes que no quisieron darse cuenta de que su antiguo matrimonio amigo ya no vivía en el piso de arriba o que olía a quemado en los alrededores de Auschwich, Treblinka y Mauthausen..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario