miércoles, 16 de agosto de 2023

Quinta Fuerza

 


Mientras uno es todavía un ser sensible no-iluminado, cultiva el “orgullo divino” de considerarse como un buda sobre la base del buda que uno será en el futuro. El practicante del “vehículo diamante” se ejercita en la transformación de la percepción en una visión pura, que emula la percepción de un buda, para quien todo siempre estuvo iluminado. Así, uno utiliza el poder transformativo de la propia iluminación futura en el momento presente, con el entendimiento de que el futuro no es inherentemente real ni está separado del presente… así uno permite que el futuro influya en el presente. Existe un enorme potencial de complejidad e inteligencia para evolucionar, que emerge de entender nuestro futuro (nuestra realidad última) sólo como semilla. Tal vez el libre albedrío es una ilusión, pero seguramente entonces también lo es el tiempo. Y esta distinción entre el pasado, el presente y el futuro quizás sólo sea una persistente convención de nuestro lenguaje, de nuestra forma de interrogar el universo, dando lugar a un mundo fragmentario con una aparente causalidad unidireccional. El futuro puede influir en el presente o el presente en el pasado porque no existen inherentemente, son inseparables. Sólo existe realmente es este momento capaz de contener todos los otros momentos…


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