"Bellas, refinadas, de
condición ambigua y cambiante, y, sobre todo, libres, más en todo caso que las
esposas y madres de familia. En la antigua Atenas, las heteras produjeron por
igual fascinación y escándalo. Solían destacar por su belleza, pero
cuando ésta se había desvanecido nada impedía que siguieran desempeñando su
«oficio». Aunque algunas, como Aspasia de
Mileto, eran particularmente cultas, bastaba con que poseyeran unas
nociones básicas de música y danza, igual que las honorables ciudadanas y que
las jóvenes que actuaban como animadoras en los simposios, los banquetes
exclusivamente masculinos donde se debatía, se reía y se bebía vino en
abundancia y la pasión producía los consiguientes fluidos restos del goce…"
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