"Júpiter, Marte, Venus, Mercurio…
la mayoría de las deidades más conocidas de Roma pasaron por un proceso más o
menos marcado de sincretismo con otros panteones extranjeros, especialmente el
griego. Pero en los tiempos de la fundación de la ciudad los romanos veneraban
a un número de divinidades ligadas sobre todo al paso del
tiempo y a las estaciones,
como es propio de un pueblo que, antes de convertirse en un gran imperio, era
una comunidad de agricultores y ganaderos como otras tantas en la península
itálica. Sin embargo, algunas deidades
primigenias permanecieron inalteradas. Entre ellas estaba Janus, el dios omnipresente que presidía los cambios, las puertas, los espacios de transición, así como los comienzos y los finales..."
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