"La verdadera mirada
poética requiere tener abiertas, sin curar, sin cicatrizar, las propias
heridas. Crear es asumir riesgos de meter la pata, rayar lo ridículo y lo
sublime, sobre todo cuando hablamos de sentimientos muy profundos. Asumir
cierta desnudez tanto en forma y mensaje: intimidad cautelosa en proceso de
construcción, partiendo de bisagras familiares, paisajes y recuerdos de la
infancia, ese ojo viajero que permite obtener el significado de lugares
insospechados y obtener así la magia necesaria para seguir viviendo, en un
perpetuo y verosímil resurgir de las cenizas. La vida nos marca después de esta
quema ritual, aceptar ya nunca podremos volver ser lo que alguna incierta vez fuimos
o quizá soñamos ser..."
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