"Aunque nos duela aceptarlo, ya sea por acción o por omisión,
por decisión previa o posterior, por dejar pasar o por haberlo producido,
siempre somos parte intrínseca de lo que nos sucede. Pero claro, es muy duro
aceptarlo; así, sin peros... tal vez sea porque esta declaración de
involucración inapelable nos confronta con la responsabilidad de cambiar lo que
no está bien… y no solo en nuestro microcosmos, sino en la vida de todos y todo
el tiempo. Quizá asumir de plano tanta responsabilidad nos obliga a
aceptar cierta complicidad en cada una de nuestras frustraciones. Nos duele,
nos molesta, nos irrita y nos subleva que las cosas no sucedan como soñamos,
como deseamos, como deberían suceder o como nos convendría que sucedieran. A
pesar de nuestra queja, en la vida real cotidiana las cosas difícilmente salen
exactamente como deseábamos ni siquiera ocurren en los plazos que habíamos
previsto e ingenuamente imaginado…"
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