“Son innumerables las
sociedades animales
que progresan a través
de la cooperación y la solidaridad.
Muy por el contrario, la
competición feroz, el individualismo
y el egoismo descarnado
son pruebas inequívocas
de nuestra progresiva e irrevocable deshumanización.”
(Piotr Kropotkin, Ayuda mutua, 1902)
“Tranquilos… ya os
curará el espanto.”
(Shadow power,
Market Logic, 2012)
Usurpada la
viña, hace tiempo que los maestros de la estafa descubrieron que en la actual “chorizocracia”
no existe herramienta más util y poderosa que el miedo para salvaguardar a un tiempo
su impunidad y, lo más importante, el constante botín de racimos que aquella
otorga a cada vendimia.
Los brutales recortes
con que nos amenazaron si “no nos portábamos bien”, esto es, con docilidad a
los insaciables mercados y a los lucrantes mercachifles parapetados tras ellos,
ya han llegado, precisamente “por habernos portado bien”. Lacerado un bienestar
que no era gratuito, sino condicionado a la rentable obediencia, ha llegado la
hora de sentir en carne propia quién manda, como dejaba explícito William
Shakespeare en el “Mercader de Venecia”, al reclamar el “justo” pago de su
deuda.
Inoculado el
chantaje del miedo, eficazmente amedrentada la ciudadanía, el triunfo de la sumisión
ha sido –y está siendo- aplastante, una bota invisible que pesa infinita sobre
nuestras conciencias: “Bendita sea la mano que, generosa, nos da de comer.”
Inexcusablemente
tenemos que ser capaces de encontrar el modo de generar, aquí y ahora, espacios
de autonomía real, en los que imperen nuestras propias reglas o, de lo
contrario, aceptar a pies juntillas todas las imposiciones de la tiranía. Una
vez más, tendremos lo que nos merezcamos, únicamente lo que conquistemos con “nuestras
manos”. Ni una pizca más.
Buenos
tiempos para examinar verdaderamente qué tienes en tu corazón, para medir tu
grado de resistencia a ingerir “ruedas de molino”, a pasar por el “aro” de los
mercados, para preservar la autogestión de tu esfínter anal, para poner a
prueba la pasta de la que estás hecho, para ganarte un hueco entre los seres
que aún se resisten a ser deshumanizados.
La
multiplicación de los problemas irá pareja a nuestra incapacidad para
resolverlos con eficacia. El colapso es ya inminente. Si tienes un diccionario
a mano, corre raudo a buscar el significado de un vocablo que quizá salve tu
vida: “revolución”. Después, lucha con
todas tus armas y todas tus fuerzas, haz lo que debas, que esta vez no te lo
van a dar hecho…
¿Sumisión o amor propio? ¡Elige amo!
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