“Nada incomoda más a
los dioses
que se hable de ellos
en su ausencia.”
(Iámblico de Calcis)
“Bien sea bajo la forma
de ideas,
sentimientos o acciones,
llevamos a los dioses
dentro”.
(Proclo de Constantinopla)
La conciencia de que algo
irrenunciable está ocurriendo dentro de ti, posee la violencia de una
revelación en la que no caben márgenes de maniobra, como la que llama a la vida
a proteger y alimentar cuanto ha nacido de ella. Así, de este modo misterioso y
maravilloso, poco a poco, nuestra consciencia, y con ella nuestra perspectiva
del mundo, se ensancha.
Al compartir, con devota asiduidad,
el silente secreto de la incubatio nocturna, ensimismados y purificados por la contemplación
del fértil vacío consciente de nuestro oscuro abismo interior, verdadera naturaleza
esencial, tan central como insondable, resulta posible así un recurrente morir y,
por ende, un recurrente renacer, que acaba convirtiéndose en propio camino.
Arduo camino, que sólo resulta
posible recorrer cada vez sin claudicar desde el misterio de nuestro mejor don.
¿Cuál es, desde el aparente aquí y ahora en el que te encuentras, el tuyo?
¿Quizá proteger empero, ante la contrariedad y la adversidad, una sonrisa escondida?
¿Quizá lograr mantenerte disponible a la experiencia? ¿Quizá elegir disfrutar
del enigma de tu existencia, sucumbiendo docil ante el colosal tsunami de
incertidumbre?
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