“Frente a la falsedad de lo que pensamos
cabe la certeza de lo que sabemos.”
(Oskar Heinroth)
Cuando te enfrentas a cualquier decisión,
por nimia que sea (si es posible considerar nimia una decisión), aquella que
habrá que delimitar la senda bajo la que se diseñará nuestro futuro más próximo
(el de cada decisor o decisora) en tiempo y espacio, parece obligado plantearse
como marco de referencia la pregunta de ¿cuánto tiempo más existirá el mundo?
Hete aquí, que me veo compelido a
publicar (decisión que tomo bajo mi responsabilidad) las notas garabateadas por
el maligno hace varios milenios, y que sirvieron de guión directriz de la
arquitectura de su plan para terminar con su peor enemigo: el envidiado ser
humano…
“1.- Favorecer el hacinamiento en
espacios reducidos que desaten la agresividad, la desconfianza y el recelo mutuo.
2.- Apartarlo de la belleza del medio
natural, para facilitar así el olvido de su Creador.
3.- Fomentar una interminable
carrera tecnológica de competencia contra sí mismo.
4.- Propiciar un anestesiamiento
emocional, la intolerancia a cualquier forma de sufrimiento o esfuerzo no
placentero, alimentar el tedio vital.
5.- Dependencia.
6.- Alimentar la desconfianza
intergeneracional, fracturar la cohesión familiar, alejar a los padres y madres
de sus hijos.
7.- Crear “normalidad” y “modas”
bajo control, a gran escala.
8.- Alimentar la inteligencia en
el desarrollo de tecnología auto-destructora de esta repulsiva y malcriada especie.
Procedimiento básico:
condicionamiento. (¡Manos a la obra!)”
Un esquema sencillo pero potente,
a juzgar por los resultados. ¿Sería capaz el lector/a, por su propios medios y a
tenor del plan orquestado, de auto-descondicionarse? No queda mucho tiempo, ya que el
maligno ha incluido en el punto 8 de su “plan” la genética. Decidas colaborar o no con el Plan (allá tú), feliz Navidad...
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