“Las aves comieron la semilla junto al camino.
El sol quemó la que, sin raíz, cayó en
pedregales.
Ahogada la que pereció entre espinos.
Cuál a ciento, cuál a sesenta, cuál a treinta
por uno…
fructificó la germinada en buena tierra.”
(Apócrifo de Tomás)
“Nada más poderoso que una semilla
cuyo tiempo de fructificar ha llegado.”
(Víctor Hugo)
Nada descansa. Todo se mueve, vibra. El reposo
sólo es un estado puntual, aparente. Montado a lomos de un ego dócil, se
atraviesa el umbral de la Jerusalén Celestial, para morir y renacer a la Intimidad, cual sol invicto.
Quién puso límite a la luz ¿a qué velocidad “piensas” tú que viajará su semilla?
¿Dónde caerá? ¿Qué poderosos frutos dará?
No hay otra, por más que le pese
a la Troika. A ver cómo le sienta a ella la amarga medicina del shock, el tiro por la
culata: ajenjo. Maslow habló de necesidades y de jerarquía. Ensoberbecidos, no supieron
entender ninguna de ellas. Como tampoco la alquimia de la resiliencia, que nos
troca en “buena tierra”. Feliz renacimiento a lo transpersonal. In shâ’a Al-lâh.
No hay comentarios:
Publicar un comentario