domingo, 2 de diciembre de 2012

Violenta verdad


“Hasta ahora, has entendido todo mal.”
(Poimandres)

 
 

Pertrechado tras su corazas de mentiras, aferrado a la precaria comodidad y bienestar de su vital autoengaño, el ser humano que ha degenerado permanece confortablemente aprisionado en su mundo ilusorio, escapando de sí mismo, temiendo enfrentarse al vértigo de la realidad plena que intuye y de la que se esconde.
 
La intimidad del conocimiento divino forma parte irrenunciable de nuestra esencia humana, de su núcleo, allí donde otras formas periféricas de conocimiento nos escatiman la realidad, de ahí que confrontar su abisal silencio nos resulte algo tan conmovedor e inquietante, que nos remueve en nuestra totalidad.
 
El hemisferio izquierdo, atrapado en la palabra, se muestra inútil para esa labor. No así el hemisferio derecho, mucho más preparado para desenvolverse en pistas, intuiciones, paradojas, enigmas, contradicciones, en captar las difusas indirectas tras lo aparente, en descubrir –tras la reductora mirada convencional- nuevas y múltiples miradas. Hace falta un gran valor como para enfrentarse al violento torrente de lo real, a un Amor tan poderoso como para construir semejante ficción y permanecer empero indetectable. Una gran atención y un gran valor cotidianos para aceptar ser golpeados por su violencia.
 
 

 

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