“Ni
astros, ni infiernos.
Todo
es producido por
el
Espíritu en nosotros.”
(Paracelso)
“Todo
vencedor se sabe fraude.”
(Alejandro
Magno)
¿Cuánto
dura un sueño? En realidad, siempre que hay vocación real, no hay prisión que valga. ¿Cómo
conseguiste si no guardar y resumir todos tus años pasados, el tapiz de toda una
vida, en la estrechez de este mínimo y fugaz instante? Quizá tu fuiste el único
tejedor de la red ensueños que hoy te aprisiona. Nadie sino tú sembró este sufrimiento
-que ahora te atenaza- en ti. Tuya fue la firme decisión de abandonarte al
sortilegio y servidumbre de una nueva pócima. ¿Quién si no tú eligió y adoptó
el disfraz que ahora llamas deteriorado cuerpo?
¿Cabe
mayor misericordia que la de regalarte un nuevo comienzo, una vida sin pasado
ni futuro, una octava más alta, tras el equinoccio de cada instante? ¿Cómo
explicarles nada de esto a los que labran la tierra con la mirada gacha? De
despertar en despertar, no habrá ningún tirano pensamiento que pueda
debilitarte. Hojas marchitas, incapaces ya de lastrar la radical labor de la otoñal
savia, toda vez que fue descubierta su naturaleza. Despertado el genio de su sueño, regresan fuegos
fatuos y fantasmas al engañoso pantano de la esperanza y comienza la magia. ¡No te extravíen las
formas!
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