miércoles, 9 de octubre de 2013

Grains of sand


“Necesitas ser zorro, para detectar las trampas;
pero también león, para espantar a los lobos.”
(Nicola di Maquiavelo, El Príncipe XVII)
 
“But, Mulder, not everything
is a labyrinth of dark conspiracy,
and not everybody is plotting
to deceive, inveigle and obfuscate
our weak minds.”
(Scully, X-Files)

 
 

Es necesario asumir el escenario de la esfera pública mediática, donde tiene lugar la batalla por el poder sobre la polis, allí donde primero se maquina y luego se practica la estrategia de dominación del prójimo, manteniendo la propicia estructura temida bajo coerción y la superestructura consentida por seducción. Las narrativas que rodean a los dominados desde el nacimiento, favorecen el que “el vulgo” entienda que su condición es destino, y no albergue así, tentación alguna de imaginar rebelarse sino, por el contrario, resignación, normalidad y sentido común, que son las que mejor configuran el actual y rimbombante  espectáculo ideológico de la realidad asumida, bien por miedo, bien por consentimiento.

 
¿Resulta posible escribir y “protagonizar” el propio relato vital? Igual que ningún idiota tiene conciencia de serlo, todos pensamos que somos libres, al menos, de pensar lo que cada uno quiera y de entender, a su manera, la complejidad del mundo… libres en conciencia. Los dispositivos políticos totalitaristas se construyen repitiendo hasta la saciedad eslóganes que sean razonables y favorezcan las agregaciones subalternas y, no digamos, las transversales, allí donde hacer política significa siempre acumular más poder. Quizá basten dos o tres caras –rostros políticos- cuyo discurso enganche con el sentir general de indignación y promueva una simpatía social arrolladora entre el voluble magma de las masas, frente al que no cabe contrapoder ni insurgencia posible: Quien mueve al pueblo (demagogia), mueve el poder.

 
Todos tenemos idéntica capacidad para destruir como para construir, tanto hacia el bien como hacia el mal, inclinarse hacia el grupo más numeroso o, al menos, hacia el más fuerte, en la defensa de los más lícitos intereses: los propios. Ese es nuestro absoluto potencial. Elige, pues, dirección y avanza siguiendo ese péndulo, confiando antes en las propias fuerzas que en las intrigas ajenas, pues, como señalaba con acierto en un ejercicio íntimo de respetabilidad, libertad y decencia, el diplomático y funcionario florentino que corona esta reflexión, “los hombres olvidan antes la muerte de su padre que la pérdida de patrimonio.”



No hay comentarios:

Publicar un comentario