martes, 1 de enero de 2013

Soberbia y entrega


“Sólo quienes amaestran su alma,
mañana, tarde y noche sin descanso
habrán de cobrar la egoica presa.”
(Ibn Ayiba, Sarh al-Hikam)
 

 

 
 

No puede haber alegría allí donde impone su dominio la soberbia ciega. La alegría nace del que ve el destino previsto a su alma y precede a su dócil entrega. El alma no actúa más que cuando se somete, frente a los espejismos egoicos que simulan llevar las riendas. Quien conoce su mal desde ese mismo momento lo extingue porque se extingue. La soberbia impera allí donde quién dice conocer su mal sólo finge hacerlo. Bienaventurados los alegres, que conocen la fuente de su alegría.
 
 
 
 

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