domingo, 27 de enero de 2013

Ruido

"Nun, o Unsterblichkeit, bist du ganz mein."
(Heinrich von Kleist)
 
"No consientas que la información
usurpe el conocimiento."
(Albert Einstein)

 
 
 
 
 
Insistir en lo ya repetido cientos de veces, logrando que lo que un día fueron fértiles pensamientos terminen en desecados tópicos sin substancia, en citas cuyo rimbombante eco, sacado de su contexto, esclerotiza el saber tradicional que atesoraban y agostan así su vitalidad; esterotipos inertes, slogans egoicos sobre vallas y camisetas, vacios de contenido; fórmulas inconsistentes, cáscaras que, en su soberbia, se niegan a permitir que brote y crezca la semilla que ocultan restándoles protagonismo,  evitando así que se remueva nuestra alma.
 
El gérmen de libertad que esconde el pensamiento tradicional sin adulterar es una radical propuesta para la vida. Aquello que no puede ser vivido en nuestro hoy no es sino falsificación. La fuerza que desborda en cada nuevo profeta es la que se requiere para transformar nuevamente el mundo.
 
Quizá sea por eso que todo lo que huela a Tradición despierte, en una época que se finge instalada en el progreso, tantos recelos, tergiversaciones y odios. Es la fértil vigencia revolucionaria y libertaria de la Tradición, la que la hace chivo expiatorio de un rechazo tan fuerte, de una hostilidad tan decidida, de una violencia inhumana que teme así su poder transformador y rehumanizante.
 
 
 
 
A cada nuevo instante, la Tradición resurge de unos instintos tan originarios que son capaces de comprometer la esencia de cada ser humano en cada época. De un modo tan sutil y poderoso como el que ata a cada número a su logaritmo, o la asíntota a la hipérbola, logrando así la euritmia aunsente en la torpeza del alma impostada, tan alejada ya, tras su expulsión del Paraiso, de su ingrávido centro de gravedad.
 
La inocencia virginal abandona a quien la simula, pendiente ya del espejo.  Es tan sólo cuando,  tras un segundo y valiente mordisco, llevamos a nuestro conocimiento a reencontrarse tras su extravío infinito, cuando rescatamos así, en el último capítulo de nuestra vida, la reparadora Gracia.
 
Frente a la avalancha de información espurea, blogs como este aún encuentran su tímido eco como testigos capaces de intentar dibujar un presente que ayude a conmover, despertar e involucrar a los nuevos profetas, aquellos que habrán de ser los verdaderos artífices mediadores del futuro.
 
La miseria intelectual de los actuales sistemas de dominación tecnológica, no cejan en su esfuerzo de distraer, desconcertar y estrechar la vida individual, en el espacio de una colectividad tan escindida como anestesiada y reaccionaria. Por eso nos gustaría que nuestras vanas reflexiones siguieran siendo, en el alma y el corazón de nuestros fieles lectores, un saludable estímulo para la defensa de la Vida, del gozo de existir, desde la serenidad y solidaridad de los que, más allá del ruido y el sucedáneo distractor, aspiran así a completar la árdua tarea de llegar a ser verdaderamente humanos.
 
 
 
 

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