“Habrás resuelto el
enigma de la existencia
cuando descubras la
verdadera diferencia
entre continente y
contenido.”
(Moshé ben Maimon, El Libro
del Conocimiento)
“En la privación silenciosa y vacía
brotan las formas de toda plenitud:
¿Cuáles de los dones de vuestro señor negaréis?”
(Ibn Arabí, Engarces de Sabiduría)
La Tradición Primordial entiende la llegada de La Hora
como ese momento único en la vida de todo ser humano en el que se da cuenta de
que ya no puede seguir mintiéndose más. Es una suerte de caída ya que uno “cae
en la cuenta”, “se cae del guindo”, la realidad entera “cae por su peso”, al
fin se entera de qué va todo, adquiere entendimiento de su lugar en el mundo:
le llegó su Hora Definitiva. Una auténtica catástrofe para el Ego, que se creía,
no sólo más listo que los demás sino sobre todo, separado.
Terminada la fiesta, el gentío desaparece y se queda la
plaza vacía. El espacio permanece así intacto, puro, inmaculado, silencioso,
haciendo posible la reunión de todos en un mismo lugar que espera. No importa
lo cafre que seas, ni siquiera que tu descuido te haya llevado a las más altas
cuotas de crueldad y deshumanización. La verdad y la belleza del mundo habrán
de resplandecer en tu opaco corazón el día que llegue la Hora. ¿Sientes como se
aproxima a ti, vertiginosa? Ya viene…
No te resistas. Esponja tu corazón. Ábrelo sin miedo.
Querer ocultar la fuerza de una semilla enterrándola en la tierra, sólo
consigue arrancar de ella la vida que encierra. No hay nada que puedas hacer
para evitar tu hora. Estás perdido. Sin remedio. Ríndete. Date la vuelta, mira a tu espalda, allí donde reposa el futuro irremediable que tú desconoces. Ya viene.
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