sábado, 14 de julio de 2012

El orgullo de Akasha


“Un elemento primordial en forma de calor,
sutil espíritu ígneo presente en todo el universo,
dotándolo de movimiento, capaz de unir y desunir al instante
todas y cada una de sus mínimas partes.”
(Hugo de Santallana, De secretis naturae)






Gracias a Empédocles de Agrigento (y al rescate de Peter Kingsley) sabemos que las cuatro raíces elementales, mezcladas por el amor, habrán de retornar así a su estado original en el reposo del Aither, el quinto elemento, por el odio. Lo lineal, retorna a lo circular. Hoy, nuestros físicos han reconocido al fin y bautizado su quantum mínimo: el tan célebre como incomprendido Bosón de Higgs. La Alquimia se exhibe impúdica en los escenarios de la ciencia oficial, como si tal cosa.



Las economías del gran mundo han unificado ingentes cantidades de recursos económicos y humanos para conseguir radiografiar su esencia. Akasha nos muestra al fin su alma, antaño esquiva y ensoberbecida, hoy, milagros de la divina misericordia, apaciguado mar de espaciosa y fecunda calma prodigiosa. Energía de Punto Cero. Potencia pura, QED. ¿Cómo explicar ahora el tsunami de ajustes y recortes? Ahí está el verdadero peligro: ¡no pueden! ¿Cómo encontrar una maniobra suficientemente distractora? ¿Una guerra termonuclear? ¿Una pandemia de Ébola? ¿Un nuevo rebrote de Al-Queda en las Olimpiadas de Londres?



Ahora queda por dilucidar si las posibilidades del Aurum potable y de la Piedra filosofal serán puestos al servicio de la entera humanidad o de los pocos de siempre. Al fin “sabemos” que toda la energía –contra lo que nos habían acostumbrado los monopolios energéticos- se crea de forma infinita. ¿Tendrán aún el valor (el morro) de seguir cobrándola (esclavizándonos). No lo creo. Akasha ha dado su brazo a torcer y nos ha mostrado el rostro. La variopinta trama ha desvelado al fin la urdimbre única. Dios no se muda. Que se preparen los idólatras oficiales. Con la máscara, también se les ha caído todo el tinglado. La verdad resplandece. Tesla –y tantos otros antes que él- ha sido vengado. Y, aunque la distraída turba ignorantes no entienda cómo, gracias a Dios, la humanidad está al fin salvada (de la ciencia y de la religión).




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