“Un elemento primordial
en forma de calor,
sutil espíritu ígneo
presente en todo el universo,
dotándolo de
movimiento, capaz de unir y desunir al instante
todas y cada una de sus
mínimas partes.”
(Hugo de Santallana, De
secretis naturae)
Gracias a Empédocles de Agrigento
(y al rescate de Peter Kingsley) sabemos que las cuatro raíces elementales,
mezcladas por el amor, habrán de retornar así a su estado original en el reposo
del Aither, el quinto elemento, por el odio. Lo lineal, retorna a lo circular. Hoy,
nuestros físicos han reconocido al fin y bautizado su quantum mínimo: el tan
célebre como incomprendido Bosón de Higgs. La Alquimia se exhibe impúdica en
los escenarios de la ciencia oficial, como si tal cosa.
Las economías del gran mundo han
unificado ingentes cantidades de recursos económicos y humanos para conseguir radiografiar
su esencia. Akasha nos muestra al fin su alma, antaño esquiva y ensoberbecida, hoy,
milagros de la divina misericordia, apaciguado mar de espaciosa y fecunda calma
prodigiosa. Energía de Punto Cero. Potencia pura, QED. ¿Cómo explicar ahora el
tsunami de ajustes y recortes? Ahí está el verdadero peligro: ¡no pueden! ¿Cómo
encontrar una maniobra suficientemente distractora? ¿Una guerra termonuclear?
¿Una pandemia de Ébola? ¿Un nuevo rebrote de Al-Queda en las Olimpiadas de
Londres?
Ahora queda por dilucidar si las
posibilidades del Aurum potable y de la Piedra filosofal serán puestos al
servicio de la entera humanidad o de los pocos de siempre. Al fin “sabemos” que
toda la energía –contra lo que nos habían acostumbrado los monopolios energéticos-
se crea de forma infinita. ¿Tendrán aún el valor (el morro) de seguir
cobrándola (esclavizándonos). No lo creo. Akasha ha dado su brazo a torcer y
nos ha mostrado el rostro. La variopinta trama ha desvelado al fin la urdimbre
única. Dios no se muda. Que se preparen los idólatras oficiales. Con la
máscara, también se les ha caído todo el tinglado. La verdad resplandece. Tesla
–y tantos otros antes que él- ha sido vengado. Y, aunque la distraída turba
ignorantes no entienda cómo, gracias a Dios, la humanidad está al fin salvada
(de la ciencia y de la religión).
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