"Le he rezado a mi bosón,
para que me permita vivir un poco más."
(Peter Higgs, en su visita al CERN)
No existe un vacío tan vacío
que no se halle permeado por el “divino” campo escalar, que lo impregna todo. El
lobby científico ha esperado hasta el 4 de Julio de 2012 para arriesgarse a
comunicar que dispone de evidencias de la existencia del Campo de Higgs,
desde que se iniciara su búsqueda el 10 de Septiembre de 2008. Lo sutil
(inmaterial) tiene cabida en –y sobre todo explica- el mundo material, haciendo
posible las cuatro interacciones. Y Peter, quien lo postuló el año de mi
nacimiento, ha vivido para verlo, lo que quizá le haya compensado más que llegar
a recibir un día el rimbombante Nobel de física.
Se equivocó Stephen
Hawking al predecir que, de existir, dicho campo sería indetectable. Ha perdido los 100
dólares que apostó. El mapa subatómico está completo y es estético. El campo
escalar era el marco necesario que termina por desbaratar el caótico Big-Bang, y le da pre-sentido.
Debe estar muy cerca ya el fin del mundo para que la cantidad se digne al fin a reconocer la existencia
de la calidad, para que los fermiones rindan pleitesía a los bosones. A lo mejor los agujeros
negros experimentales no se evaporan tan fácilmente como se suponía. Es lo que
tienen los errores de cálculo. Al menos, ya sé a quién culpar (yo que me soñaba
fotónico) de mi sobrepeso. Puzle resuelto. Enhorabuena, profesor Higgs. “A
ver que pasa ahora con los fotones a tres velocidades”, inquiere Dios, desde su
celeste trono, sonriendo divertido, “necesitaremos aún más potentes colisiones”. (Tiene guasa el Orbis Factor)
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