domingo, 19 de mayo de 2013

El secreto de la filantropía


“Ahora sé cuánta nobleza
cabe en el dolor.”
(Charles Baudelaire, Flores tóxicas)




Lo único que aún podemos oponer a la perversa destrucción del ser humano es la construcción de un nuevo ser humano. Devolver miseria por miseria es haber extraviado el equilibrio, resistirse a devolver la incertidumbre de las cosas, trascendiendo la necesaria polaridad de las formas,  a su sitio y centro preciso, creación eterna para quien sabe renovar a cada instante la mirada, para quien guarda en su corazón los ecos de una belleza incomparable y cumple con su deber sagrado de preservar el infinito amor a esa Vida que aún lo vivifica.

Quién pudiera volver a sentir la belleza de la soledad, de la oscuridad y del amor imposible, con idéntico súbito temblor con que el que se quiebran los ingrávidos, dulcemente gentiles y tan amados mundos sutiles de aquel alma que, como la nuestra, como la de tantos y tantos otros, antes y después, regresa ligera de equipaje, como los hijos de la mar. Desnudar la pena, el rencor y el desconsuelo. Un conocimiento que no requiere ya ser difundido,  sino tan solo netamente saboreado.



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