"Quien mira desde su interior
sabe que todo es nuevo."
(Paracelso)
“Llega un día, sin que haya marcha atrás posible,
sabe que todo es nuevo."
(Paracelso)
“Llega un día, sin que haya marcha atrás posible,
en
que descubrimos que (lo que creímos)
nuestras mezquinas vidas subjetivas
no pertenecen sino a una nueva actualización
aquí y ahora de lo universal.”
(Carl
Gustav Jung)
Intentar
conocer el enigma de cualquier ser humano, no desde aquello que aparentemente está
siendo, sino en función de lo que puede llegar a ser, constituye el reto que
supone un acercamiento metapsíquico focalizado en los pormenores del devenir experiencial
y ontológico de lo sagrado, allí donde la sospecha siempre rinde más réditos
que la evidencia. Desde las instituciones religiosas y políticas se promueve
una espiritualidad espuria y anquilosada, con el fin de evitar por cualquier
medio que las personas experimenten –o promover activamente su total alejamiento
de- lo verdaderamente sagrado.
Nadie
ha de constatar en sus propias carnes, por el bien del orden constituido, que
porta en si un poder creador autónomo del que no es consciente y cuyo contacto
con él podría transformarlo y liberarlo. Nada más potencialmente peligroso para
disolver las rígidas estructuras del stablishment social, más revolucionario y más
efectivamente anti sistema que la “mirada interior”. Se ha de impedir a toda
costa que aquello que duerme en nuestra inconsciencia, nuestro mito personal,
tome la palabra y cobre vida, desenmascarando así el endeble delirio subjetivo
cotidiano.
Toda
vez que sintonizamos con lo sagrado inconsciente en nosotros, cobramos mayor consciencia
del mundo, del prójimo y de la trascendencia de nuestra ocasión vital. Una vez que
hemos descubierto que la nuestra es una aventura espiritual, tan ineludible
como intransferible, todo adquiere, al fin, sentido. Nuestra vida se convierte así en una respuesta inequívoca a tan profunda llamada.
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