miércoles, 22 de mayo de 2013

Sacra disidencia

"Quien mira desde su interior
sabe que todo es nuevo."
(Paracelso)

“Llega un día, sin que haya marcha atrás posible,
en que descubrimos que (lo que creímos) 
nuestras mezquinas vidas subjetivas 
no pertenecen sino a una nueva actualización 
aquí y ahora de lo universal.”
(Carl Gustav Jung)




Intentar conocer el enigma de cualquier ser humano, no desde aquello que aparentemente está siendo, sino en función de lo que puede llegar a ser, constituye el reto que supone un acercamiento metapsíquico focalizado en los pormenores del devenir experiencial y ontológico de lo sagrado, allí donde la sospecha siempre rinde más réditos que la evidencia. Desde las instituciones religiosas y políticas se promueve una espiritualidad espuria y anquilosada, con el fin de evitar por cualquier medio que las personas experimenten –o promover activamente su total alejamiento de- lo verdaderamente sagrado.


Nadie ha de constatar en sus propias carnes, por el bien del orden constituido, que porta en si un poder creador autónomo del que no es consciente y cuyo contacto con él podría transformarlo y liberarlo. Nada más potencialmente peligroso para disolver las rígidas estructuras del stablishment social, más revolucionario y más efectivamente anti sistema que la “mirada interior”. Se ha de impedir a toda costa que aquello que duerme en nuestra inconsciencia, nuestro mito personal, tome la palabra y cobre vida, desenmascarando así el endeble delirio subjetivo cotidiano.


Toda vez que sintonizamos con lo sagrado inconsciente en nosotros, cobramos mayor consciencia del mundo, del prójimo y de la trascendencia de nuestra ocasión vital. Una vez que hemos descubierto que la nuestra es una aventura espiritual, tan ineludible como intransferible, todo adquiere, al fin, sentido. Nuestra vida se convierte así en una respuesta inequívoca a tan profunda llamada.




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