jueves, 4 de julio de 2013

Serio ludere

“También deseamos amar y conocer
todo aquello que, de un modo u otro,
despierta en nosotros el recuerdo de lo amado.”
(Máximo de Tiro)

“Parece evidente a los ojos sabios
que Dios conoce infinitos modos de ocultarse.”
(Nicolás de Cusa)

“En mi celo por la virtud y mi deber hacia los dioses,
fui repetidamente iniciado, adoración sobre adoración,
misterio tras misterio, en innumerables ritos y ceremonias.”
(Apuleyo)





El Asno de Oro le sirve de cómica excusa a Apuleyo para desgranar el concepto pitagórico de regeneración (palingenesia) y el platónico de transmutación (metempsicosis). El arte de entreverar los secretos divinos en fábulas livianas y frívolas (disfraz órfico), esconder la verdad tras la mendacidad del discurso mítico, ocultar ideas felices en la vulgaridad, sepultar el genio protegido en la complacencia lúdica y la inercia literaria de los lugares comunes, ya casi se ha perdido. Sólo nos resta dirimir las torpes reflexiones de la blogosfera que, precisamente por incompletas y frustrantes, ofrecen la posibilidad al avezado lector de imaginar con precisión aquella parte que se oculta. Resulta así recomendable escrutar estas breves líneas, manteniendo una circunspección vigilante. Mientras al amante amado (peritis viris) se le permite gozar las mieles de la elocuencia inherente, al resto sólo les cabe despertar la avidez de inacabables conjeturas en vano. Resuelto así el acertijo, muere la esfinge más resucita el símbolo.




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