domingo, 7 de julio de 2013

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“Más a menudo de lo que pensamos
los contrarios trabajan juntos en connivencia
y unidad de propósito.”
(Rumi)

“¡Necesitamos un traidor!”
(Anónimo, Última cena)




Si llegáramos a tomar conciencia del modo en que nuestras presuposiciones condicionan y distorsionan el cómo percibimos la realidad, dicha realidad se vería radicalmente transformada al tiempo que la mayor parte de nuestras actuales certezas –si no todas- caerían fulminadas. El modo práctico de tomar “dicha conciencia” ha sido transmitido como el testigo en una carrera de relevo desde los orígenes de la humanidad, de generación en generación, con la pericia y cautelas necesarias para burlar la acción hostil de aquellos quienes, también de generación en generación, han concentrado todos sus esfuerzos y recursos en impedir que “dicha toma de conciencia” tenga lugar. Y aún siguen haciéndolo.


La eterna batalla se extiende entre quienes defienden y quienes cuestionan la prevalencia de un determinado estado de cosas. Los progresos realizados en un sentido, siempre suelen ir acompañados de progresos en el sentido contrario. Lo que un día resultó útil, no sólo ha perdido hoy quizá su utilidad, sino que puede llevar aparejadas consecuencias neutras e incluso totalmente contraproducentes al fin perseguido. Antaño “herejes” hoy “terroristas”, los métodos de obtención de información de inteligencia que resulte  vital a la defensa de los intereses de una y otra parte, no han variado demasiado. Tú aún no lo sabes, pero seguro que, incluso desde tu neutralidad o indiferencia, juegas en uno de los dos bandos. La paradoja es que ambos son buenos y ambos verdaderos, pero al igual que sucede con el sueño y la vigilia, no pueden darse simultáneamente. ¿O sí?



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