“Más a menudo de lo que pensamos
los contrarios trabajan juntos en
connivencia
y unidad de propósito.”
(Rumi)
“¡Necesitamos un traidor!”
(Anónimo, Última cena)
Si llegáramos a tomar conciencia
del modo en que nuestras presuposiciones condicionan y distorsionan el cómo percibimos
la realidad, dicha realidad se vería radicalmente transformada al tiempo que la
mayor parte de nuestras actuales certezas –si no todas- caerían fulminadas. El
modo práctico de tomar “dicha conciencia” ha sido transmitido como el testigo
en una carrera de relevo desde los orígenes de la humanidad, de generación en
generación, con la pericia y cautelas necesarias para burlar la acción hostil
de aquellos quienes, también de generación en generación, han concentrado todos
sus esfuerzos y recursos en impedir que “dicha toma de conciencia” tenga lugar.
Y aún siguen haciéndolo.
La eterna batalla se extiende
entre quienes defienden y quienes cuestionan la prevalencia de un determinado estado
de cosas. Los progresos realizados en un sentido, siempre suelen ir acompañados
de progresos en el sentido contrario. Lo que un día resultó útil, no sólo ha
perdido hoy quizá su utilidad, sino que puede llevar aparejadas consecuencias neutras
e incluso totalmente contraproducentes al fin perseguido. Antaño “herejes” hoy “terroristas”,
los métodos de obtención de información de inteligencia que resulte vital a la defensa de los intereses de una y
otra parte, no han variado demasiado. Tú aún no lo sabes, pero seguro que, incluso
desde tu neutralidad o indiferencia, juegas en uno de los dos bandos. La
paradoja es que ambos son buenos y ambos verdaderos, pero al igual que sucede
con el sueño y la vigilia, no pueden darse simultáneamente. ¿O sí?
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