“En la Eternidad Todo es Visión.”
(William Blake, Ierusalem)
Debo a la razón serena el férreo
rechazo de las trampas del racionalismo recalcitrante que, lejos de ser una inofensiva
moda pasajera, se ha convertido en un letal lecho de Procusto, en el que ya no
tienen cabida ni lo humano ni el alma. Reposo en una razón mucho más dulce, consciente
de sus propios límites, enamorada de aquellos ámbitos ignotos más allá de sus
fronteras. Defiendo una razón bien antigua, que sabe de las sutiles fibras que
tejen el aparentemente sólido tapiz del mundo, que así conoce cómo el alma del
observador construye el espejismo de lo real a su imagen y semejanza. ¿Qué
importa que otros traten de destruir en vano aquello que su ceguera niega ver o que su
soberbia ignorancia no entiende? Quien escruta el futuro, ha de ser necesariamente
bueno. Allí donde la oración es escucha, el arte es alabanza. Siempre ha sido
así. Alas que aquellos que envejecieron al ritmo de su ignorancia ni siquiera
imaginan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario