miércoles, 31 de julio de 2013

Corazonada

“Lo bueno es malo, lo malo bueno.”
(Brujas de Macbeth)

 “Ten por seguro que nunca será como lo esperas.”
(Zenón de Elea)
 
 
 
 
Una vez que conocemos a nuestro yo dominante (aquel que nos domina) crecemos (le dominamos) mediante un pulso interior que nos lleva de la confusión a la claridad, y del miedo al atrevimiento vital, siempre que decidamos osar actuar de manera consciente. Hay en el autoconocimiento un imperativo categórico. No basta con atravesar, indemnes, el condicionamiento educativo, intercambiar espacios y culturas, saber los pormenores íntimos de nuestro admirados héroes. Es necesario tomar el timón de la propia vida.
 

Humanizarse, crecer más y más en lo humano, tiene muy poco o nada que ver con la industria editorial de la autoayuda o la fidelidad a blogs como éste. Tiene que ver sobre todo con destilar felicidad y compartirla de un modo incondicional. Una amable expectativa que nos reta a disfrutar del resto de nuestra vida, mejorando siempre en el actuar, mejorando en renunciar, aprendiendo, primero a aprender y luego a enseñar. Sin más recursos que una vida por vivir con valor, por cumplir como es debido.
 


 

 

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