“Lo bueno es malo, lo malo bueno.”
(Brujas de Macbeth)
(Zenón de Elea)
Una vez que
conocemos a nuestro yo dominante (aquel que nos domina) crecemos (le dominamos) mediante un
pulso interior que nos lleva de la confusión a la claridad, y del miedo al
atrevimiento vital, siempre que decidamos osar actuar de manera consciente. Hay
en el autoconocimiento un imperativo categórico. No basta con atravesar,
indemnes, el condicionamiento educativo, intercambiar espacios y culturas,
saber los pormenores íntimos de nuestro admirados héroes. Es necesario tomar el
timón de la propia vida.
Humanizarse,
crecer más y más en lo humano, tiene muy poco o nada que ver con la industria
editorial de la autoayuda o la fidelidad a blogs como éste. Tiene que ver sobre todo con
destilar felicidad y compartirla de un modo incondicional. Una amable
expectativa que nos reta a disfrutar del resto de nuestra vida, mejorando siempre en el
actuar, mejorando en renunciar, aprendiendo, primero a aprender y luego a
enseñar. Sin más recursos que una vida por vivir con valor, por cumplir como es
debido.
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