jueves, 12 de septiembre de 2013

Interminable peregrinar


“Dado que llevamos en nuestro corazón el Universo
no encontramos sino lo que esperamos encontrar.”
(Shams de Tabriz, Maqalat)

“Aquellos días eran tan terribles
que hasta los amantes
olvidaban amar.”
(Saadi de Shiraz, Gulistán)

 



Estoy cansado. Son demasiados años reivindicando la ética del deber tras el cultivo de la propia virtud sin dar ejemplo de ello. La incoherencia agota a cualquiera. Vago sin rumbo por la inmensidad de una vida que me mantiene rehén y se resiste a disolverme, benefactora, en ella. Ya no tengo fuerzas para rebuscar en el cajón de sastre de mi alma alguna cosa que contar entre tanta telaraña. Koiné sui géneris de palabras gastadas y retorcidas hasta la extenuación, nuestra vanidad ganó la batalla al espacio teofánico, la doblez sepultó la magia de la lingua franca. Mi tiempo y recorrido se agotan. Poco más queda ya por decir. ¿Quién podría soportar un jardín frutal sin el canto de los pájaros, sin la inutilidad de las rosas? Dolor y alegría, seguid sin mí, pero seguid.
 
 
 

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