“Buscando refugio
se encarnó la palabra.”
(Juan 1, 14)
“Teteléstai"... Parédoken to pneûma.
(Juan 19, 30)
En
el camino inicial de auto perfeccionamiento, retruécanos aparte, se requieren y
son necesarios, como el tránsito por cualquier otro sendero, planteamientos
previos a la plasmación definitiva de la intención, técnicas con las que implementar
la estrategia amatoria, pues no se consigue culminar aquel sin el concurso
transmutatorio del amor.
La
práctica sacramental de la amatoria reunión, hito que eleva en nosotros el Espíritu,
palanca que rasga el velo de lo aparente, peldaño que obra el prodigio de la la
transformación, constituye la llave maestra para abrir, desde una renovada y
renacida consciencia, la mirada. Mirada y consciencia que, no podría ser de
otra manera, son así despreciadas y quizá hasta ridiculizadas por la severa inopia
de cuantos y cuantas las ignoran.
Por
encima de vanos voluntarismos, sólo el amor nos despierta y abre a la verdadera
experiencia del amor, allí donde hasta el menor gesto, hasta el más
aparentemente insignificante, incluso el más escatológico, se haya así siempre inmerso
en el más imperceptible escenario del campo escalar, y allí se descubre necesario
vehículo de la Presencia: sagrado. Plenamente vigilantes, humildes y abatidos, no
es posible superar y sublimar el mundo en Reino sino a su través.
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