domingo, 17 de febrero de 2013

Cordata


“Merece pena de traidor
quien deja errar al rey a sabiendas”.
(Alfonso X el Sabio)

 

 

Aquellos que gozan de una posición relevante, de un puesto que proteger y salvaguardar, mantienen trás de sí una sólida red de apoyo, un grupo afín que los sostiene. Los advenedizos sin pedigrí, en cambio, serán perseverantemente erosionados por querellas e infamias soto vocce, por hostilidades y signos de rechazo tejidos mediante sutiles y aparentemente insignificantes gestos que lastran día a día cualquier atisbo de posibilidad.
 

Pequeñas muertes que en modo alguno defraudan a sus consolidados artífices, bregados en al arte de sobrellevar la intriga, la perversión polimorfa, la traición y el latrocinio con total virtud.

 
¿Tolerarán una huida que no conlleve ostracismo? Al enemigo ni agua, cuanto menos darle ocasión hedonista de gozar la inspiración, la duda creativa, la sinfonía sensorial, el misterioso arte de vivir y morir como ser humano. Merece empero la acogida que se reserva al intruso.



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