"Τα πάντα ρει, μηδέποτε κατά τ´αυτό μένειν."
(Heráclito de Éfeso)
Saber cómo y de qué ataduras tiene
uno que liberarse, ya es recorrer en si la mitad del camino liberador. Quien no
se sabe (reconoce) atado, no necesita “liberarse” y no digamos ya “ser liberado”.
La conciencia de problema es el primer paso, necesario, aunque en modo alguno suficiente,
hacia el diseño (encuentro) de una (la) solución. En cualquier caso, la
liberación es un estado que ofrece per se muchas más posibilidades a quien lo
disfruta, posibilidades fuera del alcance de la imaginación del quién, estando
atado, desconoce su verdadera situación y “se entiende” libre.
Quizá la misma
distancia que existe entre quien opera y quién sólo cree operar cuando en
realidad es alguien que está siendo continuamente operado sin saberlo. La
ignorancia, esto es, el desconocimiento del mecanismo por el que se ata y opera
a un sujeto es lo que posibilita en sí misma la operatividad “instrumental” de
lo humano. Toda magia radica, pues, en la necesidad de mantener oculto el “truco” del campo
escalar para así aparentar con éxito una solidez que es, de todo punto, irreal.
Como señalara con acierto el “oscuro” de Éfeso, la mayoría prefiere vivir
relegada a su “imaginario mundo”, incapaz de trazar relación útil alguna con la
armoniosa penumbra de aquel que sí es real.
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