“El mundo será ungido
por la belleza.”
(Fedor Dostoiebsky)
Resulta notoria la aficción de los
príncipes a morderse y devorarse mutuamente. La eficacia de la oración nace únicamente
de un vigor corporal capaz de soportar los embates del espíritu y blandir la
espada flamígera con brazo fuerte. Se trata de sostener discretamente el
ancestral organigrama que, aunque alejado en las antípodas de las necesidades
del rebaño, satisfaga los voraces intereses de la intemporal curia, amparados
tras el secreto que guardan los milenarios muros de soberbia: corax gules,corax sable.
Han regresado a mis pasos las
frágiles flores del almendro, entregando generosas la efímera belleza que tejió
perseverante el invierno. Las reformas que Mater Ecclesiae necesitaba con
urgencia están prácticamente finalizadas, a la espera de que los últimos retoques
borren todas las huellas del extravío del Espíritu Santo. Desde la biblioteca aguardan silentes rosas,
limoneros y naranjos la obra certera de la primera luna llena de Pascua. Ya todo vuelve a estar bajo el pertinente control, bien retirado de las miradas del Mundo.
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