"Con ese amor
entrarás en el Jardín."
(Muhammad)
Lejos de lo que el común suele
pensar, el Carnaval, vivido en serio, resulta una experiencia brutal y aniquiladora
que nos conduce a los límites de lo humano: el desenmascaramiento que descubre
bajo el oropel de la máscara, la esencial ceniza. Es necesario tener la
valentía de desprenderse de la máscara para deshacer los nudos que nos impiden
reanudar el camino de regreso y, desde el estremecimiento, desleír la aparente
solidez de las certezas sobre las que un día fingimos habernos edificado,
destruir los andamios que otorgaban consistencia a la nada, denunciar la
desnudez del emperador, caerse del guindo…
El desenmascaramiento precede a la Verdad. Es un cambio radical en el que cada uno descubre que no puede seguir mintiéndose bajo una vida disfraz, que se hace obligatoria la necesidad de desapego al actuar, de mostrarse verdaderamente sinceros, ya sin miedo al precio, desde nuestra rectitud de intención.
Aprender a caminar entre los escombros y las ruinas de lo que creímos haber sido, sin dioses que resistan permanecer en el sancta sanctórum, desvalijada la cámara del tesoro, profanadas las heroicas tumbas: fértil polvo, sabia ceniza, serán todo el sustento de tu renacida gloria.
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