domingo, 10 de febrero de 2013

Máscara y ceniza



"Con ese amor
entrarás en el Jardín."
(Muhammad)
 
 
 
 
 
Lejos de lo que el común suele pensar, el Carnaval, vivido en serio, resulta una experiencia brutal y aniquiladora que nos conduce a los límites de lo humano: el desenmascaramiento que descubre bajo el oropel de la máscara, la esencial ceniza. Es necesario tener la valentía de desprenderse de la máscara para deshacer los nudos que nos impiden reanudar el camino de regreso y, desde el estremecimiento, desleír la aparente solidez de las certezas sobre las que un día fingimos habernos edificado, destruir los andamios que otorgaban consistencia a la nada, denunciar la desnudez del emperador, caerse del guindo…

El desenmascaramiento precede a la Verdad. Es un cambio radical en el que cada uno descubre que no puede seguir mintiéndose bajo una vida disfraz, que se hace obligatoria la necesidad de desapego al actuar, de mostrarse verdaderamente sinceros, ya sin miedo al precio, desde nuestra rectitud de intención.

Aprender a caminar entre los escombros y las ruinas de lo que creímos haber sido, sin dioses que resistan permanecer en el sancta sanctórum, desvalijada la cámara del tesoro, profanadas las heroicas tumbas: fértil polvo, sabia ceniza, serán todo el sustento de tu renacida gloria.
 
 
 


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