“La meditación
posibilita el trato
con la fuente de la
enfermedad,
haciendo posible la
cura”.
(Hisham Kabbani,
Vademecun)
“El médico entretiene
al paciente,
mientras la propia vida
le cura”.
(Paracelso)
En la espiral del dolor, que no
es otra cosa quizá que nuestra necia resistencia al natural devenir, se encuentra la
gradiente física, emocional, mental y espiritual, estas tres últimas, comúnmente
identificadas bajo la etiqueta de “sufrimiento”.
Basta pues con alinear nuestro focos
energéticos (lata’if, chakras, seffirot) en conciencia, desde la misma corriente del
ser, recordando que nuestra propia vida (préstamo), por más que nos distraiga la analgesia de la inconsciencia, no es sino una prolongada enfermedad con muy mal
pronóstico.
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