domingo, 4 de agosto de 2013

Eisangelia

“Desde que el prodigioso invento de Gutemberg viera la luz,
la libertad de prensa la decidió siempre 
el propietario de la imprenta.”
(Juan Luis Cebrián)

“La recta intención
está muy por encima
de los acontecimientos.”
(Myrddin Emrys)





Parece conveniente que en cuestiones de estrategia y gobierno, se reúnan y debatan en asamblea aquellos más capaces y preparados en aquestos asuntos, para luego hacer llegar sus peritas y oportunas conclusiones a toda la ciudadanía a cambio de un módico estipendio de cuatro o cinco óbolos (salvo el areópago, que era honorífico), para que ésta se adueñe de ellas y, plenamente soberana, las sanciones leyes. En la antigua Grecia, empero, existía un freno técnico a la democracia: ninguna mayoría podría votar nunca en contra de sí misma, abrogando este sagrado procedimiento.





¿Cómo evitaban entonces que los peritos promulgaran conclusiones pensando más en sus intereses que en los intereses de la ciudadanía? El mecanismo utilizado era la eisangelia o “anuncio” de corrupción, donde la ekklesia dirimía ya sin necesidad de los corruptos expertos y restablecía el orden del modo que estimara así más conveniente. De ahí la importancia demagógica de apropiarse de -o tener bajo control a- los medios de comunicación por parte de éforos, arcontes, basileos,  magistrados, gerontes o strategos, para salir indemnes de sus tropelías y prevenir la atimia o, peor aún, su prematura entrada en el mausoleo por abuso ilícito del misthos. O tempora, o mores, Bárcenas mediante, muy poco nos parece que hayan cambiado las cosas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario