“Inhumano suele ser
el hombre para el hombre.”
(Plauto, Asinaria)
“Fuentes silentes,
apolíneo susurro acallado,
sin cobijo ni laurel.”
(Ultima sibila délfica a Adriano)
Quiso la pereza instituir la
mayor parte de los días como nefastos, para que el funcionariado mántico adscrito
al trípode no tuviera que trabajar día si día también, como ahora le ocurre al
pobre buscador de Google, sin menoscabo alguno de la actividad del tesoro de
Apolo. La fuente Castalia manaba limpia y generosa, garantizando la producción diaria de
laurel, el aseo lustral de Femonoe y el conveniente estertor de las ofrendas destinado
a apaciguar a la pitón guardián del Mantheion Delphi y mantener así el negocio. Se
corrompe Apolo en el Parnaso, de febrero a octubre.
La construcción y destrucción de
imperios requiere siempre de ingentes recursos, los cuales no siempre son
entregados voluntariamente al fisco por los contrariados dioses, que observan
molestos no solo ver arrebatado el fruto de su devoción sino también truncado
su onfálico arbitrio por la fuerza mayor de la avaricia profana, capaz de
sobornar a conveniencia, ayer como hoy, al mediático oráculo que usurpa la voz
de Apolo, polarizándola. ¿Por quién se decantarán esta vez los vapores? Mejor
dicho, ¿quién da más? De noviembre a enero, tocará corromper sin mayor esfuerzo
a Dionisos: en la encrucijada, mantén a salvo la miel y el granero y… ¡no te fíes
ni un pelo de las águilas vaticanas!
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