"El dinamismo dual emana de la acción inmutable de lo no-dual."
(Shankaracharya)
"Por los frutos de su obrar los conoceréis."
(Mateo 7, 15-16)
Hay puertas “exteriores”, tanto del pasado, del presente como del futuro, que pacientemente aguardan ser abiertas con nuestra llave “interior”. No basta con seleccionar la puerta, encontrar su llave y reunirla con la cerradura correspondiente. En necesario girar la llave, abrir la puerta y “entrar”, para mirar el espejo de la realidad desde ambos lados. Y, sobra decirlo, tomar las precauciones necesarias para que todo quede en su sitio, y evitar la tentación de crear interferencias entre los mundos. Por más que deseásemos trasladar siquiera un instante del paraíso a éste mismo momento, aquel instante tuvo su definitivo sitio. Por más tentador que nos resulte aventurar el futuro, su intromisión anticipada lo cambiaría todo y no necesariamente para bien. A la vista está que ya hay demasiados “aprendices de brujo” fisio-quimio-bio-neuro-socio-tecnológicos.
Aquellos monstruosos líderes sentenciados por el sesgo
de la historia a protagonizar los horrores, fueron personas como nosotros, con
miedos y esperanzas como los nuestros, instrumentos de algo que, por
intangible, no deja de ser tremendamente poderoso. Fuerzas que moverán sin duda
el corazón de los próximos “monstruos”, ahora que ya se ha acumulado suficiente
paja seca para los que aguardan en silencio las primeras chispas que harán
arder desde sus cimientos nuestra civilización. Chispas… de Thaumiel a Lillith,
de Keter a Malkuth. ¿A la cuarta irá, por fin, la vencida? Tampoco. Innecesario
dolor, innecesario horror. Hombres y mujeres como nosotros, de metas elevadas y
profundas convicciones, en los que anida sin conflicto la posibilidad de la máxima
crueldad para con “el enemigo” y el máximo amor por “los suyos”, toda vez que
sendos los tienen “claros”. Instrumentos de dioses y demonios: cáscaras.
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